Hasta 1987, el heavy metal y el hard
rock eran los géneros de “moda” entre la mayoría de metaleros limeños y esto se
veía reflejado en las bandas que se formaron en los años previos como Oxido,
Praxis, Overkill, Masacre, Orgus, Headwork, Niebla, Almas Inmortales, Sacra,
Dharma, Silex, Grael, Tortura, Jerusalén, Kranium (rock pesado en sus inicios),
entre otras, y en los pocos conciertos que se organizaban. Ya existían propuestas
más fuertes como Hastur (se creó como Veneno Maldito en 1984), Mortem (1986) y
Hadez (desde diciembre de 1986) pero
todavía no existía una escena under extrema.
A partir de 1988, el metal extremo
–llámese thrash, black o death– toma con fuerza las calles de la capital y se
dan los primeros conciertos (Primer Ataque Metal, el Holocausto, el
Apocalipsis, por citar algunos). Los jóvenes dejan de lado el idealismo, la
fantasía y el misticismo del heavy y toman una postura más chocante, dura,
contestataria, guerrera y anticristiana (en algunos casos).
Ese año debutan en concierto grupos que
serían los pilares de la escena extrema como Sepulcro (1987) y Mortem (1986), y
nacen y tocan bandas como Insaner, Mortuorio, INRI, Totenkopf (de los hermanos
Nico e Iván Vidal), Satanás (proyecto de ‘Necro’ que no tocó en vivo), Kraken
(no tocó en vivo pese a figurar en afiches), entre otras.
En 1989, nacen tres de las principales
bandas de thrash de fines de los 80s y comienzos de los 90s: Trauma, Mortala (nace
en el 88 como Armagedon pero en el 89 cambia a Mortala) y Necropsya (que se
inició como Satanclaus).
Trauma tenía una gran técnica comparada con
las bandas thrash locales de la época mientras que Mortala era la que más gente
movía en los conciertos y jalaba más chicas –algo atípico en el metal extremo–
con el carismático ‘Pelu’ en la voz y su espectacular headbanging ‘helicóptero’
sobre el escenario. A ello se sumaba la destreza de Chris Jhon en la guitarra,
que años después formaría parte de Mortem.
Trauma de su época thrasher no dejó nada
(solo un par de temas en el Compilatorio de Cuero Negro y un demo de su época
más heavy-1991) mientras que Mortala editó un casete con
su presentación en el concierto organizado por el Grupo Pacífico en noviembre
de 1992. Muy poco para la proyección y potencial que tenían ambas bandas.
NECROPSYA mas bien tenía un perfil más
bajo y la etapa que más me llamó la atención fue cuando tocaron en uno de los
conciertos organizados por el grupo Pacífico con Claudio Temoche como vocalista
con su ‘look’ a lo Max Cavalera de Sepultura, quien finalmente dejó la banda
para irse a Argentina.
La diferencia que marcó Necropsya con
sus congéneres es que grabaron un demo en estudio, el Slaves of the magic, que años
después se convertiría en un clásico del thrash metal peruano.
Pese a que la banda estaba casi disuelta
para ese tiempo –tocó después en algunos conciertos y se despidió de los
escenarios con Devastación de Argentina en 1995– Gustavo Bermúdez y César Morán
decidieron grabar 8 temas más un intro en casi 40 minutos para la posteridad.
Para ello consiguieron a un joven pero hábil baterista de solo 17 años, Paul
Pinto (Cancerbero), quien nunca antes había tocado con la banda. Todas las
composiciones grabadas en estudio El Techo son de Bermúdez y Moran (1990-1992),
salvo War & Pain en la que Temoche también es co-autor.
La edición original salió en formato de casete
y lo podías encontrar hasta en Phantom de Miraflores cuando su tienda quedaba
en un segundo piso de Diagonal. En esa época recibieron buenas críticas de
revistas internacionales como Metal Hammer, Metáliko y Kerrang, entre otras.
La cinta inicia con el intro (The Nomed)
del ruso Modest Mussorgsky para dar paso a Slaves of the magic, ese thrash
rítmico –típico de los 80s– con
desfogues, palancazos y la corrosiva voz de Gustavo. El bajo de César, a
diferencia de muchas bandas del género, se siente todo el tiempo y no está en
un segundo plano.
Luego arremete My Dreams al viejo estilo
Kreator y su típico grito... arghhhhh. Es thrash a la vena, señores. Sigue de Final
Chapter, rítmica para hacer harto headbanging, y cierra el lado A Destroyed
Youth, que a la postre se convertiría en su ‘hit’, su marca registrada.
El Lado B, se inicia con las campanas y la
tormenta de Eternal Putrefaction y el grito desgarrador de Gustavo. Los ritmos
evocadores y galopantes les sirven en este tema para tomar viada y desfogar
riffs asesinos y palancazos lacerantes. El tema, con el paso del tiempo, también
se convirtió en un clásico de la banda.
Siguen la combativa War and Pain. Los
llantos de un bebé en medio de disparos son el marco introductorio para otro clásico:
Children of the Grudge. Tema cañero y poguero al hueso.
Finalizan con Waiting for my Death.
El casete fue reeditado por la propia banda
en el 2004 en CDR y posteriormente por Gate of Horror en CD con 4 bonus tracks.
Si bien el Slaves of the magic es un
clásico del thrash metal peruano, la etapa más productiva y destacada de
NECROPSYA va del 2002 a la actualidad, donde han tenido más actividad, siendo
los puntos más altos cuando telonearon a Metallica en 2010, los conciertos con
UDO en Argentina y en Chile en el 2011, las tres producciones que han editado
con Icarus Music (Devastated by Time-2008, Made With Evil-2010 y Toward Insanity (próximo a salir) y dos videoclips. Thrash till death carajo!!!
Qué época aquella. Recuerdo que cuando salió el Slaves of the Magic todo el mundo quedó impresionado por la contundencia de los temas y por el buen sonido. La presentación era muy buena para un cassette. Recuerdo el pequeño sticker que cerraba la caja y el grande que venía adentro. Me gustó la reedición de GOH, trataron bien el diseño de la portada que no aguantaba hacerla crecer demasiado. La reseña de la historia de la banda es muy buena y enterada.
ResponderEliminarQué pena que Mortala no haya tenido un lanzamiento más serio y profesional, me hubiera gustado escuchar el "Pacto de Muerte" con un mejor nivel.
Sigue adelante Franco con el blog.