miércoles, 3 de febrero de 2010

METALLICA ARRASÓ ¿Y AHORA QUÉ?


Me hubiera gustado escribir este review con la adrenalina a tope pos concierto, pero no se pudo. El concierto de METALLICA fue simplemente espectacular y difícilmente una banda de metal vuelva a congregar a 50 mil almas en el Perú.
El concierto marcó un hecho histórico en la pequeña escena metal local: por primera vez y única -espero equivocarme– una banda de metal peruano pudo tocar ante tamaña audiencia.
M.A.S.A.C.R.E. -que teloneó a Iron Maiden– se presentó ante 33 mil, pero NECROPSYA lo hizo ante 50,000!!!
Lamentablemente, la banda conformada por Gustavo Bermúdez (guitarra/voz), César Morán (bajo), Paul Pinto (batería) y Walter Costa(guitarra) se enteraron del gran reto de sus vidas apenas unos días antes del 19 de enero, por lo que no tuvieron el tiempo necesario para planificar y armar toda la logística que se necesita para estar a la altura de las circunstancias, como si lo tuvo M.A.S.A.C.R.E. para telonear a Maiden.
Pese a la adversidad y a un sonido poco claro y potente, NECROPSYA supo demostrar –en parte– por qué tiene 20 años en estas lides y guerreó dignamente en los 30 minutos que tuvo en el Estadio de San Marcos. Mostraron actitud y perdieron, con el transcurso de sus temas (Slaves of the magic, My dreams, The flame, The last flight y Children of the grudge), el natural miedo escénico que podría embargar a cualquier banda acostumbrada a tocar ante no más de mil personas en el mejor de los casos.
Como era de esperarse, el 90% del público no sabía de la existencia de Necropsya y su propuesta musical –mucho más agresiva, radical y rápida que la de Metallica– solo recibió un tímido apoyo de los pocos ‘metaleros’ que estuvieron confundidos con la masa de fans de los ‘cuatro jinetes del Apocalipsis’.
Se notaba que la mayoría de asistentes conocían a Hetfield y compañía desde el álbum negro, así que el contundente thrash metal de Necropsya les pareció muy “ruidoso”, sobre todo por el estilo de la voz de Bermúdez. Pese a todo, nadie le quitará lo tocado a esta banda peruana, que espero sepa valorar en toda su dimensión la experiencia vivida y le saque el mejor provecho.
A raíz del concierto de Metallica y de la avalancha de conciertos internacionales de todo calibre de los últimos cinco años, habría que preguntarse por qué la escena local no crece y deja esa imagen de letargo y estancamiento. Entre otras respuestas, podríamos apuntar que carece de una banda que tome con decisión y profesionalismo su carrera musical y sea quien guíe y marque el camino al resto. Por momentos parece tomar la batuta M.A.S.A.C.R.E., pero sus largos silencios y su nula internacionalización juegan en su contra. Hay otros esfuerzos como el de Arsenal, Chaska, Epilepsia, Analvomit, Reino Ermitaño, Evil Damn, Psicorragia, entre otras, que los valoro, pero que todavía no maduran lo suficiente para pasar a otro nivel, para dar el gran salto.
No menciono a MORTEM porque la banda de los hermanos Cerrón solo está interesada en moverse en un circuito muy cerrado –solo metal underground radical- y no le interesa que el género tenga mayor exposición. Están en su derecho y sé que morirán en su ley.
En esa línea, sé que muchos dirán como justificación que esta movida es subte, ‘under’ o como quieran llamarla, que nunca será masiva y que nunca tendrá mucha difusión. Pero creo que como toda movida contestataria, necesita de bandas que quieran exponerse más a los medios, que quieran tocar con grupos de otros estilos fuertes y que deseen hacer de la música un modo de vida y no un pasatiempo de fin de semana.
Al abrir mercado, crecerá la audiencia y por ende el consumo de su música. Se comprarán más demos, CDS, polos, fanzines, etc, y la asistencia a conciertos locales aumentará. Con ello, las productoras de conciertos tendrán más capital para poder hacer más y mejores espectáculos, los grupos tendrán mayores exigencias y motivaciones, y podrá consolidarse por fin una escena que siempre ha vivido con grandes altibajos y automarginada.

EL CONCIERTO. Desde el comienzo Metallica nos voló la cabeza. Los 50 mil corazones empezaron a acelerarse desde que escucharon las primeras notas de Ecstasy of Gold de Ennio Morricone –usada como intro--– para luego ametrallarnos literalmente con Creeping Death y For Whom The Bell Tolls. El comienzo no pudo ser mejor. Después llegó Fuel (no es de mis favoritas, pero era inevitable saltar y corearla a rabiar), Harvester Of Sorrow y Fade To Black, tema que me hizo acordar a mi hermana Carla–que vive hoy en Australia– porque la canción la utilizó mi esposa para grabar un video con ella como protagonista en una etapa rebelde de su vida.
Siguieron dos temas de su último disco That Was Just Your Life y The End Of The Line y Sad But True del album negro. Tocaron Broken, Beat and Scarred, Cyanide y la emoción volvió a envolverme con One (disparos y ráfagas de fuego que prácticamente te quemaban la cara), Master Of Puppets (éxtasis total), Battery (otro orgasmo musical), Nothing Else Matters (una oda a lo que uno es y cree) y Enter Sandman, el tema más coreado por los ‘nuevos’ fans.
Siguió el set con el cover Am I Evil? de Diamond Head, Blackened y para cerrar con broche de oro la inolvidable noche, que pasará a la posteridad, Seek and Destroy. El concierto fue una excelente terapia para volver a sentirme como un adolescente de 17 años. Por momentos, cerraba los ojos y la música me hacía viajar hacia al pasado y recordar una etapa de sobredosis de metal en mi vida... Una inyección más que necesaria de rebeldía y juventud eterna para sentirse más vivo que nunca.

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