La cantante nacional NATHALIE MARKOCH ha lanzado su
primera producción titulada INFLUENCES
& CONNECTIONS VOL. 1, en la que presenta 14 covers y un tema propio, The
Fraud. La vocalista hace un
repaso por sus influencias vocales y musicales e interpreta los siguientes temas: Beware the Heavens (Sinergy), Harvest
(Opeth), Ever Dream (Nightwish), Nutshell (Alice in Chains), Promises (The
Cranberries), Tides of Time (Epica), Forever (Kamelot), My Last Breath
(Evanescence), Dreaming Light (Anathema), Candlelight Fantasia (Symphony X),
Transitory (After Forever), Auctioned (Dark Tranquillity), She is my Sin
(Nightwish) y Victory (Heavenly).
El CD fue grabado durante enero 2011 y julio 2012 en los
estudios Shredded Sound de Lima, el arte del digipack ha sido realizado por Nimer
Gómez ‘Zemog’ y la fotografía estuvo a cargo de Jose Cuadros Photography. La producción está a la venta en Iron Records de Galerías Brasil (Av. Brasil #1275, Puesto 33B, 2ndo Piso - Lima, Perú). Pedidos a: nathie.markoch@gmail.com o rafaelg.nunezs@gmail.com. El precio del CD Digipack es de S/. 25.00 en Perú y US$ 10.00 para el resto del mundo.
El metal siempre ha sido machista, sexista, un género musical con exceso de testosterona. La mujer es vista y usada como un objeto sexual, de deseo y lujuria. Las portadas, las letras, los videos y las declaraciones de las bandas de diversos estilos dentro del género sustentan esta afirmación. En los 80s, esta actitud fue más evidente y preponderante, mientras que en las décadas posteriores fue cambiando, cuando la mujer, en todos los ámbitos sociales, tuvo un rol más protagónico e igualitario en nuestra sociedad.
El metal peruano no escapa de ello. Es más, los metaleros locales, sobre todo en los 80s y principios de los 90s, eran proclives a compartir a “sus mujeres”, una costumbre heredada de los hippies de los 60s y 70s.
Solo basta revisar las letras de algunos temas como La Diosa del Averno y Calígula de Hadez, Un poco de piedad para la raza inferior de Mazo, Sucubus de Mortem o Temptation & Pleasure y Depravation de Anal vomit, por citar algunas, para darnos cuenta de ello. En entrevistas de los 80s, por ejemplo Hadez –cuando Ron King era su vocalista y Toñin su baterista– era el máximo exponente de esta posición y no tenía ningún reparo de gritarla a los cuatro vientos. También se publicaron artículos machistas y misóginos en los zines como Ataque Metal y Bulla Extrema.
Inclusive, en los 90s, un representante del black metal local llegó a decir que las mujeres en la escena eran solo “pocillos de semen”.
En un inicio, la participación de las mujeres en la escena metal local fue básicamente como público y sus participaciones en bandas fueron contadas con los dedos de la mano.
De los 80s, solo hay registro de la participación de Liliana Linares del grupo Unix en Almas Inmortales para la final del concurso de la No Helden de 1987 y de Mónica como vocalista inicial de INRI.
En los 90s y en adelante, se incrementa la participación femenina. Podemos citar a Alejandra (voz) en Nahual y coeditora del Guttural Breath zine, Brisa Cervantes (voz) en Lament Christ, Betty Román (bajo) en Sacramental, Silvia Vásquez (voz) y Patty Meza (bajo) en Espíritu de Hierro, Ana Medel (voz) en Bleed of Hate, Tilsa Sánchez (teclados) en Icarus y Dominium. En la actualidad, destacan Silvia Oviedo (voz) y Edith Cerdán (teclados) de Híbrida, Fátima (voz) de Mandrágora, Aurora Pérez (voz) de Yawarhiem, y Tania Duarte (voz) en Reino Ermitaño, entre otras. Hoy, hay más apertura y tolerancia a la participación de las mujeres en el metal peruano, pero el género sigue siendo visto por muchos como solo para “machos”.
NR: Hay otros grupos con participación femenina como Ni
voz Ni voto, Area 7 (banda solo de mujeres) y similares, que tienen influencias
del “new metal”, pero que se desenvuelven en la escena rockera local y no en la
metal underground que es materia de este post.
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