Banda pionera del thrash metal en el Perú lanza nueva producción Sinner donde regraba temas del pasado y las composiciones nuevas siguen exactamente en la misma línea.
Por Franco Boggiano de las Casas
Se puede abrir el debate de qué banda fue la primera en
tocar thrash metal en el Perú, pero no hay duda de que una de las pioneras de
este subgénero dentro de la escena nacional es Sepulcro.
La banda nacida en la urbanización San José del Callao y en las aulas del colegio San José Maristas en 1986 con el nombre de Satanakia, debutó en concierto como Sepulcro el domingo 13 de marzo de 1988 en la No Helden compartiendo escenario con Almas Inmortales, Kranium y Mazo, que también debutaba. El concierto lo abrió Sepulcro y solo tocaron tres temas: Sepulcro, Crematorio y Sentenciado Pecador.
En esta primera etapa de la banda, que duró hasta 1991, dejaron plasmados dos demos: Sepulcro (1989) y Powers Trace (1990), tocaron en conciertos emblemáticos como en las tres primeras ediciones de los Ataque Metal, en el Holocausto Metal del 88, en el Primer Encuentro Internacional de Thrash Metal con Warpath de Chile en 1989, entre otros, y contribuyeron a unir a los headbangers con los hardcore presentándose en Barranco.
El año 1991 marcó el fin de la primera etapa de Sepulcro, dejando la sensación que la banda podía llegar más lejos de haber continuado con su carrera musical. Esto parece un derrotero en la mayoría de las bandas nacionales de thrash posteriores como Mortala, Afronte, Estigma, Elektrash, entre otras, que tenían mucho potencial, pero en su mejor momento se separaron.
Luego de más de 20 años de silencio, en el 2013 reaparece Sepulcro para celebrar los 25 años del Ataque Metal. En el 2014, tocó con Vulcano y Faith or Fear y en el 2015 en el Lima Metal Fest.
Durante su ausencia de los escenarios, las nuevas generaciones pudieron escuchar lo que hacían en los 80s y comienzos de los 90s gracias a Heavier Records, sello local independiente que reeditó en CD los dos demos bajo el título de Sepulchral Voices (2006) y que la banda lo volvió a relanzar en el 2014 junto con Vigga.
En el 2018, Sepulcro lanza Vengeance, producción que retoma el camino exactamente donde lo habían dejado en 1991. El espíritu ochentero continúa en este álbum desde la portada, pasando por las letras y la forma de componer y sonar.
No por algo volvieron a grabar 8 temas antiguos (de los demos y demás) y solo dos canciones nuevas (Master of War y Vengeance) que mantuvieron la misma línea. Algo bastante común en las bandas ochenteras nacionales como lo hicieron previamente Mortem y Hadez, por citar las más importantes.
Sepulcro siempre se ha caracterizado por los riffs potentes, consistentes, con mucho músculo que te invitan a mover la cabeza o a poguear. Temas largos, instrumentales, con una voz colérica cercana al crossover ochentero.
Vengeance mantuvo esa línea y espíritu y para ello Maico y Miguel contaron con dos socios fundamentales en la parte rítmica: Renato Lozano (batería, ex Armagedon, Metal Crucifier) y César Moran (bajo, ex Necropsya), los cuales fortalecieron a la banda.
Sinner
Luego de ese disco, el reto -a mi modesto entender- era encontrar dentro de su propio estilo un sonido más actual y fresco, sin traicionar su esencia, pero esto no ha ocurrido.
Pese a que hoy el bajo y la batería los tocan sangre nueva (Alexander Chávez y Ricardo Cabrera), Sepulcro no ha cambiado ni un ápice, ni la fórmula ni el rumbo. En su nueva producción Sinner (Pecador) vuelven a grabar temas del pasado como la instrumental Los Gritos Del Silencio (de su primer demo Sepulcro del 89), Hungry Souls (del Powers Trace de 1990), Sentenciado Pecador (tema del 88) y a ellos se suman los nuevos Survivor, Death y Slavery, este último ha contado con la participación en la composición de César Moran, exbajista, pero que suenan como temas de los ochenta.
La misma fórmula de antaño se repite como una ley escrita en piedra. Para Sepulcro parece que el tiempo no pasó, que se quedó pausado en los gloriosos y venerados años ochenta. Para algunos esto puede resultar un tema de convicción e identificación inclaudicable, para otros, miedo a arriesgar, porque lo más sencillo es auto repetirse y preferir no salirse de su zona de confort.
A mí, Sinner me trae a la memoria cuando los disfrute en el Segundo Ataque Metal en 1990 o en la casa de Maico en el Callao hace más de 24 años. La canción sigue siendo la misma.